
Nacida hace 25 años como una iniciativa de profesionales de la Ingeniería para poner sus conocimientos al servicio de las personas que más lo necesitan, Ongawa se define como un proyecto de cambio social, basado en los Derechos Humanos, que forma parte de una red global de personas y organizaciones que exige la abolición de la pobreza y la construcción de un mundo más justo.
Para la pequeña Aailyah, al igual que las matemáticas o la historia, los hábitos de saneamiento son parte de su educación diaria. Sin embargo, para sus padres y mayores estos son casi descononocidos. En los países desarrollados, el simple hecho de lavarse las manos es un hábito natural y cotidiano, pero en el país de Aailyah puede suponer la frontera entre la vida y la muerte.
Ella vive en Tanzania, el país número 152 de un índice de desarrollo humano que conforman un total de 186 naciones. En el distrito de Kongwa de la región de Dodoma, una amplia zona donde se concentra la capital tanzana y otras zonas rurales, se encuentra uno de los focos de acción de Ongawa. Esta organización participa desde 2014 en el programa UMATA del Global Sanitation Fund para aumentar la cobertura de saneamiento en la región.
La Resolución 64/295 de la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció el 28 de julio de 2010 el derecho humano al agua y al saneamiento. No obstante, se calcula que en la actualidad 663 millones de personas no disponen de agua libre de infecciones, patógenos o contaminación, y más de 2.400 millones carecen de saneamiento adecuado, lo que provoca más de 5.000 muertes diarias. Enfermedades como la diarrea, que en países desarrollados son algo menor, en las naciones más pobres mata a un niño cada 20 segundos.
UNA ONG DINÁMICA Y TRANSPARENTE
Ongawa es una organización no gubernamental sin ánimo de lucro que nace para poner a la Ingeniería al servicio del desarrollo humano y de los países más empobrecidos. A pesar de estar compuesta en su gran mayoría por ingenieros y profesionales de áreas relacionadas, esta organización es un ente abierto a cualquier persona que comparta su afán por cambiar la situación de los países en vías de desarrollo. Ongawa obtiene la financiación para la realización de sus proyectos gracias a las aportaciones de los asociados, instituciones públicas de carácter local, regional y nacional, y donaciones privadas.
Aunque comenzó centrándose en el agua y el saneamiento, labor por la que hace unas semanas recibía el galardón ‘Mejor ONG’ en los premios iAgua, actualmente trabaja en varios campos de la Ingeniería. Entre otros, colabora en el desarrollo energético de las zonas rurales para dotarlas de electricidad, en la aplicación de las TIC para mejorar el ejercicio del derecho al agua y la salud en zonas rurales, o en actividades de formación sobre el saneamiento y la higiene.
ZONA DE ACCIÓN
Ongawa no solo tiene presencia en los países en vías de desarrollo, sino también en España. Mediante actividades de concienciación ciudadana, trata de generar reflexión sobre la realidad de los Derechos Humanos, la pobreza y el desarrollo, especialmente de los países del hemisferio sur. La organización también actúa en las escuelas técnicas y universidades españolas mediante el Grupo Universidad Ongawa, además de promocionar actividades académicas relacionadas con la tecnología y el desarrollo humano.
En el extranjero, Ongawa focaliza sus actividades en cuatro países distintos: Nicaragua y Perú en América, y Tanzania y Mozambique en África. Tanzania es uno de los países a los que más recursos destina. Con un presupuesto en torno a los 700.000 euros, la organización lleva a cabo intervenciones en varios puntos y sectores del país. Por ejemplo, mientras que en Dodoma trabaja en proyectos de infraestructuras de agua potable o talleres de higiene, cerca de la ciudad de Muheza, al norte del país, Ongawa realiza actividades para paliar los efectos del cambio climático. En el campo de la energía, también en Tanzania, la organización colabora en un innovador proyecto en las zonas rurales del río Kilombero, junto a una ONG tanzana y una empresa india, para dotar de electricidad a las comunidades gracias a los residuos del cultivo del arroz.