
La crisis sanitaria provocada a causa de la COVID-19 ha cambiado la manera en la que se realizan actividades tan cotidianas como hacer la compra, trabajar o viajar en transporte público. Un ejemplo de ello es el Metro de Madrid, que vio cómo se reducía notablemente el número de viajeros durante el estado de alarma. Además, la institución se ha visto obligada a adoptar una serie de medidas e implementar sistemas tecnológicos novedosos para garantizar la seguridad de todas las personas usuarias.
La línea de trenes subterráneos más extensa del país, el Metro de Madrid, ha tenido que hacer cambios transcendentales y sin precedentes para mantener su funcionamiento. Para ello han seguido las recomendaciones de los expertos sanitarios y, apoyados en la tecnología, han conseguido adaptarse a una situación tan imprevisible como esta. Sin embargo, aunque durante el período de desescalada se han suavizado algunas medidas, otras se van a mantener a largo plazo para prevenir rebrotes.
Desde un primer momento y, a pesar de la importante bajada en el número de pasajeros, la entidad ha ofrecido prácticamente el mismo servicio. La consejera delegada de Metro de Madrid e ingeniera industrial, Silvia Roldán, lo explica de la siguiente manera: “Nuestro papel ha sido esencial para facilitar el traslado a aquellos que durante la crisis lo necesitaban: sanitarios, policías, equipos de limpieza, vendedores de supermercados, etc. Es por ello que el servicio se ha seguido prestando en todo momento, pese al desplome que ha sufrido la demanda”.
Con esa disposición se conseguía uno de los objetivos principales, garantizar el distanciamiento social. Antes incluso de que se decretase el estado de alarma, la red de ferrocarril metropolitano ya había reforzado el equipo de limpieza de trenes y estaciones para mantener la higiene en sus instalaciones. “Respecto al personal, hemos reducido su actividad presencial siempre que ha sido posible y hemos fomentado el teletrabajo y una mayor flexibilidad horaria para favorecer la conciliación”, asegura Roldán. De la misma manera, se ha mantenido el cierre anticipado a las 00:00 horas y un porcentaje de servicio del 85% en días laborables y del 60% en fines de semana durante el intervalo de tiempo que ha durado este escenario provocado por la COVID-19.
NUEVA NORMALIDAD
La protección de los trabajadores se ha asegurado con el reparto de una media de 1.500 mascarillas diarias entre ellos. Unas precauciones que se han ido compaginando con la progresiva vuelta a la normalidad.
Algunas de estas medidas, como el escalonamiento de la hora punta o el fomento del teletrabajo, permanecen hoy en día. Lo mismo ocurre con el distanciamiento social. “Seguramente tengamos que acostumbramos y convivir con esa distancia durante un tiempo”, asegura Silvia Roldán.
Como solución para que la distancia interpersonal se mantenga, han instalado un nuevo sistema de señalización en los suelos de los pasillos, los andenes y los accesos, así como en los paramentos y los asientos. En los pasillos de interconexión más largos se han separado los flujos de tránsito por direcciones, con carriles de circulación y flechas de encaminamientos.
SISTEMAS NOVEDOSOS
La innovación tecnológica es fundamental a la hora de evitar el número de nuevos contagios. En este sentido, se ha establecido un sistema de apertura automática de puertas, en aquellos trenes que lo permitían (64% del total), dejando siempre una puerta abierta para el acceso y otra para la salida, impidiendo así el contacto entre pasajeros. En el puesto de mando, una de las infraestructuras críticas, se ha instalado una cámara térmica, capaz de medir la temperatura de los trabajadores.
La Ingeniería, las nuevas tecnologías y la digitalización son los responsables de los últimos avances desarrollados en Metro de Madrid. “El principal de ellos es, sin duda, la gestión de los aforos de las estaciones”, destaca la ingeniera industrial, que se incluye dentro del plan de control de aforo limitado, elaborado recientemente. “A partir de soluciones tecnológicas basadas en big data y en un sistema propio de medición y simulación, se permite el bloqueo automático de los tornos de acceso cuando se sobrepase la capacidad de viajeros establecida para cada estación”, detalla Roldán.

Para poner en marcha ese sistema han tenido que realizar un complejo mapeo de toda la red y determinar el aforo máximo de cada parada en las diferentes franjas horarias. Con este método, se realiza un control a través de las validaciones de los tornos de entrada y salida, que transmiten los datos en tiempo real y están monitorizados en todo momento.
El sistema efectúa controles cada 5 o 10 minutos para evitar concentraciones y, cuando se detecta que se van a superar los aforos, los tornos se bloquean de forma automática, evitando así las aglomeraciones. De la misma manera, el bloqueo también puede realizarse de forma manual.
“Estoy convencida de que la Ingeniería está jugando un papel esencial en la salida de esta crisis, por lo que no podemos quedarnos atrás en la apuesta por el conocimiento y en la inversión en I+D+i”, destaca Silvia Roldán, quien concluye con esta reflexión: “Las peores situaciones siempre nos enseñan algo y, por ejemplo, nos hemos dado cuenta de que la digitalización no es el futuro, sino el presente. Muchas cosas cambiarán, pero debe continuar la apuesta por mantener el transporte público como elemento vertebrador de la movilidad de las grandes ciudades”.
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