Cima 20 es una empresa con sede en Palma de Mallorca que ofrece servicios de prevención de riesgos laborales. Su director es Mateu Oliver, ingeniero industrial e informático que, además, cuenta con todas las especialidades de técnico superior en prevención de riesgos laborales. En estos momentos, su organización se encuentra inmersa en la elaboración de un estudio epidemiológico para obtener más información acerca de la COVID-19 y conocer cómo es su funcionamiento y expansión.
¿Cuál es la prueba más precisa para detectar si una persona ha pasado la COVID-19 y ha creado los anticuerpos?
La prueba más precisa para detectar si se ha pasado la enfermedad es la serología cuantitativa por quimioluminiscencia. Dicha comprobación es capaz de ofrecer un índice de la cantidad de anticuerpos que dispone una persona de cero a treinta y se considera positivo a partir de 1.1. Además, el reactivo que usa esta técnica tiene dos dianas genéticas, la corona y el núcleo, mientras que en las pruebas rápidas serológicas, tipo ELISA (ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas) o cromatografía, su reactivo solo tiene una diana genética.
¿Por qué las PCR arrojan falsos negativos o falsos positivos?
Las pruebas PCR tienen una especificidad del 100%, es decir, buscan directamente el virus. El problema que tienen es que su sensibilidad varía en función del estado de la enfermedad y de la zona donde se hace la adquisición del material genético.
Es un test que funciona muy bien con viremia, es decir, cuando el virus está extendido. Este estado se asocia a la fiebre y en este punto su sensibilidad es muy alta, pero en otras fases con poca carga viral, como asintomáticos, estadios tempranos de infección o ya en convalecencia, hemos comprobado que da falsos negativos tanto por poca cantidad de virus presente como por una mala adquisición del frotis nasal. Además, solo ofrece una información, que es si la persona muestra el virus o no. Por tanto, no informa sobre si ha tenido el coronavirus.
Están llevando a cabo un estudio epidemiológico a nivel local, con una muestra de 1.044 personas. ¿Cuáles son los datos y conclusiones?
Hemos obtenido una prevalencia del 1%. En concreto, hemos detectado dos personas infectadas que se han puesto en cuarentena y ocho personas que lo habían pasado. De las que hemos detectado que tenían anticuerpos IgG (habían pasado la enfermedad), la mitad consideraba que no había estado enferma, es decir, eran asintomáticos o pensaron que era otra enfermedad.
La conclusión más clara es que solo el 1% estaba inmunizado.
¿Esos datos son extrapolables al resto del país?
Sí. Estos datos son exportables teniendo en cuenta el clima y la densidad de habitantes por metro cuadrado. Hemos de valorar que esta prueba tiene un sesgo, no cuenta con los hospitalizados o ya enfermados porque estos no se han hecho la prueba.
Otra información que esperamos obtener es la duración de los anticuerpos IgG, que son los que garantizan la inmunidad. De esta manera, a los IgG que hemos detectado se les realiza un seguimiento para valorar la duración de los anticuerpos.
¿En qué consiste la inmunidad de grupo?
La inmunidad de grupo es el momento en que la enfermedad no puede propagarse y coger tamaño de epidemia o pandemia, debido a que las personas no se infectan. Cada persona inmunizada representa un escollo en la propagación de la enfermedad, entonces se evita la masa crítica para que se dé la infección en cadena.

¿Es real la posibilidad de un nuevo brote similar al que ha ocurrido?
Por desgracia, la posibilidad de un rebrote es muy real. Asimismo, parece ser que las condiciones climáticas afectan a la capacidad expansiva del virus, que está dando la vuelta al planeta. Entiendo que cuando vuelvan a darse las condiciones climatológicas propicias volverá a aparecer, ya que las enfermedades relacionadas con el sistema respiratorio surgen en otoño e invierno. Además, el nivel de contagios es asintótico, lo que significa que el número de transmisiones se ha estabilizado hasta alcanzar una cifra diferente a cero, así que, cuando las condiciones mejoren para la expansión del virus, volverá a crecer.
¿Cómo de importantes son las medidas tipo uso de mascarillas o distanciamiento social para controlar la expansión?
No solo son importantes, sino que son las únicas armas para evitar la expansión del virus. Me gusta esta pregunta porque la mascarilla evita el contagio igual que la inmunidad de grupo y el virus no alcanza la masa crítica.
¿Existe el riesgo de colapso de los hospitales?
El riesgo de colapso sigue siendo posible. En esta pandemia lo hemos vivido con los hospitales de campaña que se habilitaron, porque los centros hospitalarios estaban colapsados y, de hecho, la desescalada ha ido al ritmo de camas de UCI disponibles.
La desgracia de esta enfermedad es que, de media, las hospitalizaciones son largas, alrededor de cuatro semanas, siendo el período de incubación de alrededor de dos semanas. Es decir, las personas enfermas son las que se infectaron dos semanas antes, así que las medidas que se tomen tardarán dos semanas en notarse. Esto hace que las medidas se apliquen tarde y el sistema colapse rápido.
¿Con qué características debería contar la vacuna contra la COVID-19?
El reto de la vacuna es garantizar la inmunidad más tiempo, y ese es su principal problema: prevenir que nos tengamos que vacunar cada semana.
¿Cómo ayuda la Ingeniería en la lucha contra esta pandemia?
La Ingeniería por supuesto que puede ayudar, sobre todo en los efectos y en las ideas que se pueden desarrollar. Por ejemplo, uno de los efectos que a mí me ha preocupado más es la falta de trabajo en equipo entre profesiones, ya que además se cerraron los centros de investigación y las universidades durante la pandemia. Tal vez se podrían haber utilizado para incrementar nuestros conocimientos, no ya del virus, sino sobre virucidas (agente físico o químico que desactiva un virus), investigando la posibilidad de emplear el ozono o la luz ultravioleta, que son letales para el virus, ante las voces que repetían incesantemente que no eran virucidas autorizados.