
Tribuna publicada el 1 de junio en el medio ‘Navarra Capital’
La irrupción del Covid-19 ha trastocado todo lo que dábamos casi por seguro
tanto a nivel personal como profesional. La emergencia sanitaria ha exigido lo
mejor de la sociedad y, ahí, las empresas han dado su medida de compromiso.
Hay que destacar su esfuerzo mayúsculo para garantizar el cuidado y la vigilancia
de la salud de sus trabajadores. Se han establecido estrictos protocolos de seguridad,
se han adquirido equipo de protección individual (EPI), se ha extendido el
teletrabajo, se ha formado a los miembros de la organización y se ha realizado,
en fin, una enorme labor de comunicación interna para concienciar. La primera
preocupación de los directivos y empresarios ha sido proteger a sus empleados.
Ahora, ese mismo tejido empresarial se enfrenta a un segundo reto: afrontar
el impacto económico provocado por la pandemia. La gran mayoría de nuestras
compañías se han visto enormemente afectadas. A través de reuniones y foros
con numerosos directivos de empresas, en los que han compartido sus dudas,
preocupaciones, buenas prácticas, casos de éxito y recomendaciones, hemos profundizado
en la estrategia de hacer comunidad.
Ha sido en estos puntos de encuentro donde nos hemos dado cuenta de algunas
de las amenazas y riesgos que nos acechan y que deberíamos tratar de
evitar. Nos referimos, fundamentalmente, a la necesidad de mantener la cadena
de suministro en lo que corresponde a la demanda y la financiación.
Las empresas comprueban con preocupación cómo sus pedidos no se renuevan
o, directamente, se cancelan. Eso les ha empujado a tomar medidas de reducción
de turnos, ERTE, etc. Una situación que se extiende a sus proveedores. El resultado
de esa parálisis generalizada ha llevado a destacados sectores industriales
a trastocar toda su planificación, algunos han perdido hasta el 40 % de lo que era
su producción habitual. Para resolver ese ‘circulo vicioso’, debemos centrarnos
en cómo reactivar la demanda, buscar nuevos clientes y ofrecer nuevos servicios
y productos.
Esta crisis nos ha enseñado la importancia de tener localizados a nuestros
proveedores en un mundo globalizado. Igualmente, nos ha mostrado que debemos
mirar en nuestras empresas, ver qué somos capaces de hacer y ofrecer distinto a
lo habitual. ¿Qué podemos hacer o hacemos y cómo podemos aprovechar lo que
sabemos hacer? Debemos anticiparnos e identificar las oportunidades. Es necesario
dedicar recursos de manera constante a reinventarnos, para lo que resulta
imprescindible tener una metodología y sistematizar el proceso.
En esa reflexión, además, muchas veces nos encontraremos con la necesidad
de contar con otras empresas y colaborar, aprovechar sinergias y conocimientos
para emprender nuevos caminos. Más que nunca, hay que profundizar en esa
línea de trabajo.
DE LAS CRISIS SURGEN NUEVAS OPORTUNIDADES
Por otro lado, hay un desafío más preocupante e inmediato por las consecuencias
que puede tener para la supervivencia de multitud de pymes. Hablamos de la
financiación. Efectivamente, es necesario contar con músculo financiero suficiente
para aguantar los próximos meses, en los que se mantendrán los gastos mientras
los ingresos se verán mermados de manera importante. Ahí es fundamental que
la cadena de cobros y pagos no se rompa. Hacemos un llamamiento a evitar la
tentación de financiarse a través de los proveedores, más aún si son de pequeño
tamaño porque, entonces, su capacidad económica suele ser limitada. Someterlos
a una situación de estrés puede llevar a poner en riesgo su viabilidad.
Por eso, apelamos a la ética de los profesionales y a la responsabilidad social
corporativa de las empresas para evitar romper la cadena de pagos. A este respecto,
si hay dificultades, siempre es mejor hablar y negociar que imponer soluciones
unilaterales. Fortalecer las relaciones entre compañías, estudiar posibles
sinergias, desarrollar proyectos conjuntos para acceder a nuevos clientes o reducir
costes, conocer y valorar al proveedor local.
Estamos en un momento histórico, en el que se han roto muchos de nuestros
esquemas de funcionamiento. Sin embargo, como en todas las crisis siempre
surgen nuevas oportunidades y es ahí donde la colaboración, la comunicación y
la cooperación nos indican las mejores vías de salida para recuperar esa tan ansiada
normalidad que tendremos que conquistar con mucho esfuerzo. En nuestra
mano está. ¡Ánimo!
Miguel Iriberri Vega, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales
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